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La sinergia de la estupidez humana
La sinergia de la estupidez humana se representa cada vez más en nuestra sociedad en el día a día contrastando con una era de mayor digitalización, mayor acceso a la información y formación, y mayores facilidades de optimización de procesos. Vamos a repasar por qué puede parecer que retrocedemos en lugar de avanzar.
Desde pequeña siempre me he considerado, y así me llamaban “bibliófila”. La lectura es una de mis grandes pasiones y un hábito adquirido en la época escolar y por mi entorno familiar. Recuerdo a mi madre bajando una vez al mes a la librería de la esquina de casa, porque por una cantidad mínima de dinero, podías, “alquilar” o comprar algunos libros de segunda mano. Cuando aprendí a leer, también pude disfrutar de esa maravillosa librería. En el colegio, siempre nos decían, “Si no quieres ser un tonto más, lee, lee mucho”. La lectura me ayudó a adquirir vocabulario, aprender a escribir y manejarse con soltura en la oratoria.
Hoy en día, es un hábito vintage, no por ser una habilidad sino todo lo contrario. Un gran número de conocidos de mi hija, prácticamente hablan cantando cual reguetonero; “Bro, si yo soy laqueso, literal que es más o menos, algo así como, “Amiga, yo soy exactamente la que lo soporta todo”. ¿Alguien conoce una canción así? También escriben con abreviaturas inventadas, que no es efecto de la pereza pero sí de una cultura que aún desconozco. Y luego, los pocos que se autodenominan “amantes de la lectura”, tienen aplicaciones que les leen textos y libros enteros. Todo esto me lleva a querer compartir la siguiente reflexión; ¿La pereza genera estupidez? ¿se nace estúpido o un estúpido se hace? Soy Raquel García, me dedico a la comunicación desde hace ya 20 años y quiero invitarles a reflexionar, sobre nosotros mismos, nuestro entorno, pero, sobre todo, para nuestro «yo» futuro.
Teoría de la estupidez humana
La estupidez humana tiene una teoría propia, creada por un economista italiano que consideró que, sin ser probable, la mitad de la población es estúpida. Para Carlo Cipolla, hay dos factores a tener en cuenta a la hora de valorar la conducta humana; el beneficio y perjuicio que le causas a otros, y el beneficio y perjuicio que te causas a ti mismo. Si cruzamos estos factores nos dan 4 tipos de comportamientos. El que se aporta beneficio a uno mismo y a los demás, es el inteligente. El que se aporta beneficio a sí mismo y perjuicio a otros es malvado, el que se perjudica a sí mismo y beneficia a los demás, es un incauto y luego está el estúpido. El que perjudica a los demás y a sí mismo, también.
En 1990, en mi empresa, me levantaba de la mesa y subía a ver a mi compañera de RRHH para pedirle una grapadora nueva, que guardaban en el armario del material de oficina, le daba los buenos días, y te daba una grapadora. En 2024, tengo que rellenar un formulario en la intranet, que recibe un departamento de recursos humanos, que luego pasa al departamento de compras, que te escribe para preguntarte las medidas de las grapas, te informa por mail que ya está registrada tu solicitud, luego un sms de que ya está en camino, y a la semana, una tercera persona, que se dedica a repartir material de oficina en la empresa, te la baja con un albarán de entrega y un recordatorio, para que cierres la incidencia. Yo, una semana sin grapadora, sin ver a nadie, y 4 personas escribiendo mails y formularios cuando podríamos estar en tareas más productivas. Perjuicio y perjuicio, igual proceso estúpido. Esto de pensar, como afirma Cipolla, que no soy la única estúpida del planeta no sé si me tranquiliza o me da más miedo porque como contó el cantautor Facundo Cabral en una entrevista, su abuelo temía más a los estúpidos que a los malvados, porque son muchos y al ser mayoría pueden elegir incluso al presidente.
La estupidez es, en considerable proporción, el pecado de omisión, la perezosa y a menudo voluntaria negativa a utilizar lo que la naturaleza nos ha dado, o la tendencia a utilizar erróneamente los recursos que tenemos. Desde este punto de vista, la famosa frase de Oscar Wilde conserva su validez “No hay más pecado que el de estupidez”.
Causa-efecto de lo estúpido
Hace dos meses, mi compañía telefónica, la que me asignó un número de teléfono hace una década, me regaló un dispositivo nuevo, un móvil, que me enviaría por mensajería. Al mes, me envió una notificación a través de su app, que abrí 3 días después, para decirme que se había procedido a la devolución del artículo, puesto que no pudieron entregármelo y, que, por favor, yo les llamara por teléfono. Yo a ellos.
Cuando yo llamé al servicio de atención al cliente, comenzó una nueva odisea. Tras varios minutos esperando que alguien se dignase a contestarme, responde el primer operador, el cual me transfirió con el departamento de logística. Una nueva operadora intenta explicarme el porqué de lo ocurrido. Resulta que habían enviado a un mensajero durante 6 días consecutivos a mi casa, donde obviamente nadie abría la puerta (niñas en el cole, yo trabajando). Analicemos las situación; un mensajero salió de la central de reparto con un paquete y se desplazó hasta mi casa un día y otro, consumiendo tiempo, combustible, cargando con el paquete y con una ficha que indicaba mi nombre, mi dirección y, mi número de teléfono. Por aclararles aún más lo ocurrido, el nuevo móvil viajó de Madrid hasta Canarias, pasó 6 días de paseo, lo volvieron a llevar a Madrid y ninguna persona en la cadena de este servicio PENSÓ en llamarme por teléfono.
El hecho me dejó durante varios días con la curiosidad de conocer el motivo por el que, en ese procedimiento llevado a cabo por un departamento de logística y una empresa de mensajería, no se produjera una llamada que hubiera evitado un derroche de recursos. Según la RAE, la palabra “logística” significa ‘Conjunto de medios y métodos necesarios para llevar a cabo la organización de un servicio, especialmente de distribución’. Pero también tiene otras tres definiciones entre las que está; “Lógica que emplea el método”.
No somos estúpidos, los pensamientos sí, A VECES
Esto viene a apoyar la tesis que dice: no pensamos por el mero hecho de tener un cerebro, este es una herramienta que podemos utilizar para pensar o no.
¿Cuántos de nosotros no hemos cometido alguna estupidez en alguna ocasión? Entonces no es que seamos estúpidos, sino que pensamos estúpidamente a veces.
Pero, ¿Cuántas veces? ¿Se han parado a pensar en ello alguna vez? Les invito a darle una vuelta.
Esta respuesta la encontré en un reconocido psicólogo y premio Nobel de Economía, Daniel Kahneman, que revela los dos sistemas de pensamiento que dirigen la forma en que pensamos. El sistema 1 es rápido, emocional e intuitivo y el que usamos cuando, por ejemplo, nos lavamos los dientes; y el sistema 2, que es lento, racional y lógico. El que no usaron en la mensajería de mi compra online.
¿Podemos aumentar las veces en las que tenemos pensamientos estúpidos? Para dejar tranquilos a los más jóvenes, les contaré que cometer estupideces no es nuevo, ya en 1788 un ejército austriaco de 100 hombres partió a conquistar lo que hoy es Rumanía en la que se conoce como la batalla más estúpida de la historia, la Batalla de Karánsebes. Todo el ejército formado por húngaros, serbios, croatas, italianos, rumanos, lombardos y eslovacos que componían la armada liderada por el propio emperador José II pasó la noche cerca del lugar donde, al día siguiente, pretendían sorprender y atacar a los turcos. Pero antes de que amaneciera, esta contienda tuvo bajas cuantificadas con 10.000 soldados, no porque fueran atacados sino porque se pasaron toda la noche bebiendo.
La estupidez perdura. Podría ser la tradición más popular y universal en la historia del ser humano, si no, por qué se siguen entregando los Premios Darwin que se dan cuando la estupidez humana es de tal magnitud que merece un premio.
De los muchos premiados, cabe destacar el premio otorgado en 1983, a una persona que saltó al vacío para fotografiar a paracaidistas olvidándose del suyo propio o el otorgado en el año 2010, a un hombre enfadado, porque el ascensor se cerró y no pudo cogerlo, el cual reaccionó golpeando las puertas con su silla de ruedas, con un final tan absurdo como caerse al vacío tras abrirse las puertas.
¿Cada vez más estúpidos?
El catálogo de idioteces más potentes y recientes lo podemos encontrar en TIK TOK, la red social que cuenta con más de 130 millones de usuarios y cuyo contenido muestra las estupideces más insólitas, de la cantidad de gente que las ven, comparten y las hacen viral. ¿Cómo priorizamos pensar con el sistema 2 del cerebro, el lento y el lógico si consumimos a través de los medios tanta “chorrada” que nos desentrena y nos hace más peligrosos como especie? ¿Se imaginan la inteligencia artificial en manos de la estupidez humana? ¡Podría ser alarmante!.
Hasta el año pasado han muerto más de 300 personas por hacerse un selfi y os aseguro que es un dato contrastado. Si lo referente es estúpido, si lo estúpido es viral, lo estúpido, tiene fama, y con ella se gana dinero, entonces lo estúpido gusta, es aceptado, recibe atención y vive de lujo, lo podríamos denominar como un efecto: “sinergia de la estupidez”. ¿Cómo vamos a mantener el talento a salvo?
¿El talento sigue siendo valioso?
En 2024 pasan cosas como estas. Robas en tu trabajo, te pillan y te echan. Te despiden y no lo firmas. Te juzgan por lo penal a consecuencia del robo, reconoces que lo has hecho y gracias a tu sinceridad, evitas ir a la cárcel con una condena de año y medio, además de tener que pagar una multa de 2.200 euros. Sin embargo, paralelamente el Juzgado de lo Social, declara improcedente el despido porque no hay pruebas y te tiene que indemnizar con 78000. Aquí está claro que el estúpido no es el cartero.
Y los peligrosos están en el juzgado, por semejante estupidez. Esto son noticias que se ven, que salen, se comparten y se hacen virales, hacen gracias, pero ojo, también inspiran. ¿Cómo vamos a combatir la estupidez si el talento pierde audiencia?
Aprender a pensar
Como dijo el físico Albert Einstein: «Sólo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana, y no estoy tan seguro de la primera”. Añadiría un apunte que hizo Jaime Rubierto Gutiérrez, “Ruego no confundir el concepto de estupidez necesariamente con falta de capacidad intelectual, dado que a veces pueden coexistir sin problema alguno.”
Mantengamos activo nuestro cerebro, nuestro sistema dos, el lento, el de la consciencia, el de la lógica y el que nos puede ayudar a beneficiar a los demás y a nosotros mismos. Porque en un mundo que a menudo nos desafía con la estupidez, recordemos siempre, que el verdadero cambio comienza en la mente de aquellos dispuestos a pensar.
No pretendo ser catastrófica pero sí alertar del riesgo tan grave que corremos de «extinguirnos» como «especie inteligente» simplemente por aplaudir y alimentar la estupidez.