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Prueba de confianza
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Prueba de confianza

En un momento de cambio, renovarse es una dosis de confianza que te permite seguir con la ilusión de estrenar.

Cuando alguien confía en nosotros como profesionales el esfuerzo que hacemos por satisfacer al cliente y hacer nuestro trabajo bien, lleva una sobredosis de cariño. Eso se traduce, la mayoría de las veces en un buen resultado.

Hace unos días necesitaba renovar energías. Cerraba una etapa vital y daba paso a un mundo más emocionante a la par que desconocido.

Me apetecía recorrer el nuevo camino con otra visión y perspectiva y quise comenzar por un cambio de look.

Cambiar por renovar y volver a confiar.

Los cambios siempre son necesarios simplemente para evolucionar. ¿Se imaginan si todo se hubiera quedado exactamente igual desde el primer día? Es posible que siguiéramos en el Planeta de los Simios.

Del mismo modo que una app se actualiza, que cuando renovamos un mueble, o cambiamos el dispositivo móvil. Cuando adquirimos algo nuevo, eliminamos el obsoleto.

Las personas necesitamos cambios de distinta índole, da igual que sea en un elemento físico o un aspecto psíquico. Cuando lo hacemos generamos inconscientemente la «ilusión de estrenar».

Confiar en profesionales

Llegué a la peluquería como si entrara a recibir una terapia personal y me puse en manos de la profesional de la estética y peluquería que me recibió.

Habitualmente cuando un peluquero recibe a un cliente y le pregunta qué espera, estos lo tienen claro. «Un poco de flequillo, este color más oscuro, descargarme, peinarme con las puntas hacia fuera, etc…»

Entonces me acordé de cuando, alguno de mis clientes acude a mí en busca de una estrategia para solucionar un problema y sin embargo, su petición es una lista de pasos a seguir, con una serie de parámetros que, a priori sabes que te van a llegar a ninguna parte. Con poco márgen de asesoramiento.

Hazme lo que quieras pero hazme sentir nueva

La cara de esta profesional se iluminó y me dijo que estaba encantada de poder realizar lo que ella creía que me iba a quedar bien. Primero me midió con un enorme catálogo donde señalé lo que me gustaba. Ella filtró descartando con argumento los que conforme a tipo de cabello no serían viables en el día a día salvo el día de la peluquería.

A continuación me lavó, me miró, me peinó, y con la sonrisa en la cara comenzó a exponer las claves de lo que quería, me iba a rejuvenecer, iba a ir a acorde con la actitud que ella había palpado de mí y me iba a explicar cómo manejarlo cada mañana, cómo tratarlo y qué variedad de estilos podría hacer con el nuevo corte.

El tocador de la confianza

El ritual fue muy especial, conforme cortaba mi pelo, seco y caían al suelo las puntas rotas, se iluminaba mi mirada por encima de la mascarilla y sé que ella sonreía.

Le pregunté si le gustaba que le pusieran un lienzo en blanco y que confiara en ella y le propuse que en uno de sus tocadores retirara el espejo y escribiera una leyenda en la pared donde apareciera: «Medidor de Confianza», donde tomaran asiento las clientes que confiaran en ella para salir saliendo confiando en ellas mismas.

Un lugar idóneo para momentos de renovación de energía.

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